A mediados del siglo XIX se realizaron las primeras derivaciones urinarias, que tenían siempre la intención de permitir un cierto control esfinteriano. Fue Simon, en 1852, quien llevó a cabo la primera derivación urinaria mediante una ureterosigmoidostomía, si bien desde el comienzo se consideraron abocadas al fracaso por la frecuente aparición de pielonefritis agudas, infecciones renales crónicas, además de los trastornos hidroelectrolíticos esperables en una anastomosis ureterocólica (Ver Imagen 4). Por todo ello, a pesar de que entre 1920 y 1950 la ureterosigmoidostomía era la derivación urinaria más utilizada, poco a poco fue quedándose obsoleta al ...