Este proceso parece comenzar, de forma poco perceptible e incluso compensable por el propio organismo, hacia los 25-30 años y se acelera a partir de los 50. Sin embargo, la toma de consciencia suele mostrar la suma de tales pérdidas cuando ya es fácilmente tangible en distintos aspectos del funcionamiento de la persona. Tal decremento en salud y habilidades, aun a sabiendas de la compleja interdependencia de variables como la genética, enfermedades, ambiente, etc., puede frenarse, hasta cierto punto, mediante la prevención. Esta se centraría, según algunos autores, en intentar reducir el periodo de discapacidad más acusada en las personas ...